Corre el año de 1.950 en la tranquila Villa de Don Sebastián de Belalcázar y a fines del mes de octubre, el periódico local hace eco de la naciente idea de conformar un cuerpo de bomberos, para no estar desprotegidos en caso de emergencia. El Capitán Barrera, con apoyo de unos ciudadanos aceptó el reto de iniciar una campaña con el fin de organizar y financiar el futuro Cuerpo de Bomberos.
El 8 de noviembre, después de un toque de corneta, inicia una caravana vehicular manifestando a su comunidad la existencia de una institución de socorro y auxilio que “coloque a Popayán a salvo de los horrores del fuego”. El 26 de noviembre del mismo año en horas de la madrugada se recibe la alarma de un incendio en el centro de la ciudad. Acuden 45 voluntarios al mando del Capitán Luís Carlos Barrera. Después de varias horas de lucha, logran matar las llamas y reciben el bautizo del fuego para la naciente Institución Bomberil que ya ha escogido como lema: